18 de abril en Nicaragua y la decisión de emigrar

Cultirica | Issue 2 | Stories

Nahomy Z. Cuadra Cordero 

Una mañana como cualquier otra fui a la escuela, como lo hacía normalmente. Pero a las 11 a.m., mi mamá llegó por mí de urgencia porque había disturbios en las calles. Los estudiantes estaban protestando contra la policía. El presidente había implementado reformas al sistema de seguridad social que afectaban negativamente a los ancianos, y los estudiantes salieron a defenderlos. Las protestas comenzaron pacíficamente, pero el gobierno respondió con violencia. Mandaron a la policía a reprimirlos brutalmente. Desde ese día, comenzó una gran lucha entre el pueblo y las fuerzas del Estado.

El 30 de mayo, cuando en Nicaragua se celebra el Día de las Madres, muchas madres organizaron una marcha para exigir paz. Pero ese fue, tristemente, uno de los días más dolorosos en la historia reciente del país. Asesinaron a varios jóvenes durante la marcha. También lastimaron a niños, madres y personas mayores. A raíz de estas protestas, muchos jóvenes fueron encarcelados y perseguidos. La policía llegaba a las universidades donde se refugiaban para golpearlos y detenerlos. Fue entonces cuando nació una frase que nos marcó para siempre:

“¡No eran delincuentes, eran estudiantes!”

Ese año fue muy difícil para las familias nicaragüenses. Muchos, temiendo por su seguridad, decidieron emigrar. La persecución política se volvió común, y la única salida para muchos era abandonar el país en busca de protección y dignidad.

Mi familia también decidió emigrar a Estados Unidos. Mi papá trabajaba en la embajada americana, lo cual representaba un riesgo en medio del clima político, así que tomamos la decisión de salir del país. El 19 de noviembre emigramos bajo el programa de permiso humanitario.

Al llegar a Estados Unidos, vivimos por un tiempo en Miami, Florida. Estudié un tiempo en Homestead, pero mis padres no lograron encontrar trabajo allí. Por eso, decidieron que lo mejor era mudarnos a Minneapolis, Minnesota. Más tarde, mi hermana y yo nos reunimos con ellos aquí.

Ya llevamos 10 meses en Minnesota, y la verdad, nos encanta este estado. Es un lugar tranquilo. La escuela en la que estudio me gusta mucho y he hecho amigas increíbles que me hacen sentir bienvenida.

La situación en mi país no ha cambiado mucho. Todavía no hay libertad de expresión. Sigue habiendo muchas injusticias sociales y la economía no mejora. Aún no se ha hecho justicia por todas las personas que fueron asesinadas o heridas durante las protestas de 2018.

A pesar de todo eso, hoy mi familia y yo nos sentimos más protegidos aquí en Minneapolis. Hemos encontrado una comunidad que nos ayuda a alzar la voz, a contar nuestras historias, y a buscar un cambio, incluso desde la distancia. Encontré amigas excelentes. Mi familia ha encontrado nuevas oportunidades, tanto en lo laboral como en lo educativo.

Este nuevo comienzo no borra lo vivido, pero nos da esperanza. Y con esa esperanza, seguimos adelante.

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